El sueño de colonizar Marte sufrió un duro golpe el pasado jueves cuando el cohete Starship el vehículo de lanzamiento más poderoso jamás construido, explotó dramáticamente en el espacio tras 46 minutos de vuelo durante su novena prueba orbital. Este fallo, ocurrido en un momento crítico para SpaceX y su visión de transporte interplanetario, ha generado interrogantes sobre los desafíos técnicos de la reutilización de cohetes y la ambiciosa hoja de ruta de Elon Musk.
El lanzamiento, programado desde la base Starbase en Texas comenzó con éxito a las 08:30 hora local, el sistema Starship compuesto por un cohete Super Heavy de 71 metros despegó con un empuje récord de 7.500 toneladas superando al legendario Saturno V de la NASA, esta prueba era especialmente relevante porque por primera vez SpaceX reutilizó un propulsor recuperado de un vuelo anterior, demostrando avances en su objetivo de reducir costos.
Durante los primeros minutos todo parecía ir según lo planeado, la separación de la primera etapa, un hito crítico, ocurrió sin contratiempos y la nave alcanzó la órbita terrestre, la alegría duró poco: a los 46 minutos de vuelo las cámaras de transmisión en directo captaron una explosión súbita que destruyó la nave mientras se preparaba para una maniobra de reentrada.
¿Qué salió mal?
Aunque la investigación técnica aún está en curso, los ingenieros de SpaceX señalaron en una conferencia posterior al vuelo que el fallo podría estar relacionado con el sistema de presurización de los tanques de combustible, durante la reentrada la nave enfrenta temperaturas extremas de hasta 1.500°C, y cualquier fuga o desbalance en los tanques de metano y oxígeno líquido puede desencadenar una explosión.
Este incidente se suma a una lista de fracasos previos, de los nueve lanzamientos realizados desde abril de 2023 solo cuatro han logrado completar todos sus objetivos, evidenciando la complejidad de dominar la reutilización total de un cohete de esta magnitud, diferencia de los cohetes Falcon 9 que han normalizado los aterrizajes controlados, Starship busca reutilizar ambas etapas, algo sin precedentes en la historia espacial.
El accidente no solo representa un revés técnico, sino también económico, cada lanzamiento de Starship tiene un costo estimado de $200 millones, aunque Musk ha asegurado que este modelo bajará a $2 millones por vuelo una vez se logre la reutilización completa, los continuos fallos plantean dudas sobre la viabilidad.
Estos ensayos son inherentemente riesgosos, declaró un ingeniero de SpaceX bajo condición de anonimato, pero cada fracaso nos acerca a entender los límites del material y del diseño.
Este noveno intento llega tras una serie de éxitos parciales, en el vuelo anterior en marzo de 2024 la nave logró alcanzar la órbita y realizar un aterrizaje controlado en el Océano Pacífico, aunque perdió dos de sus seis motores Raptor durante el ascenso, la mejora más notable hasta ahora ha sido la implementación de aletas de control térmico y un sistema de enfriamiento activo, inspirado en las tecnologías de los transbordadores espaciales.
La visión de Musk: ¿utopía o realidad?
El CEO de SpaceX, Elon Musk, ha promocionado Starship como el vehículo que llevará humanos a Marte en esta década, con una capacidad de carga de 150 toneladas en modo reutilizable y 250 toneladas en modo desechable, el cohete podría transportar no solo astronautas, sino también infraestructura para bases lunares y misiones a asteroides.
El reciente fallo ha reavivado críticas sobre la viabilidad de estos planes. Expertos como Laura Forczyk, consultora espacial de Astralytical, advierten: «La diferencia entre un cohete experimental y uno operacional es enorme, SpaceX necesita demostrar confiabilidad antes de que la NASA o empresas privadas confíen en Starship para misiones tripuladas».
La explosión también tiene repercusiones en el programa Artemis de la NASA que planea usar Starship como módulo de aterrizaje lunar para 2026, la agencia espacial ya ha invertido $4.500 millones en el desarrollo de esta tecnología, y retrasos en Starship podrían afectar la meta del retorno de humanos a la Luna.
Este incidente no necesariamente descarrila Artemis, pero sí subraya la importancia de tener planes de contingencia explicó un funcionario de la NASA en una reunión privada citada por SpaceNews, la Luna no es negociable, pero los métodos para llegar allí sí .
A pesar del revés, SpaceX mantiene su ritmo acelerado de innovación, la empresa ya está preparando el décimo lanzamiento con modificaciones en el sistema de presurización y nuevos sensores para detectar fugas antes de la reentrada, además ha comenzado a construir una nave de prueba dedicada exclusivamente a ensayos destructivos, algo que podría reducir riesgos en futuras misiones.
Mientras tanto la comunidad espacial global observa con atención, competidores como Blue Origin y ULA han criticado el enfoque apresurado de SpaceX argumentando que prioriza la velocidad sobre la seguridad. Por otro lado, defensores de la empresa destacan que, sin riesgos disruptivos el progreso tecnológico sería imposible.
La explosión de Starship no es un fracaso, sino un recordatorio de que la frontera espacial sigue siendo hostil y desafiante, como dijo Musk en un tuit horas después del accidente: «Cada explosión es un regalo de conocimiento, volveremos a volar en menos de 60 días.
Mientras el mundo debate si la ambición de SpaceX es heroica o temeraria, una cosa es segura: la era de los cohetes reutilizables no será fácil, pero podría ser la clave para hacer de la humanidad una civilización multiplanetaria.