Miguel Fernández, el visionario del agua purificada en Utah.

Miguel Fernández, un ingeniero mexicano radicado en St. George, quien ha transformado el negocio del agua purificada en una misión de innovación y respeto por el medio ambiente, desde que lanzó Blue Mountain Water en 2010, Fernández ha convertido una idea audaz en una empresa que suministra agua potable a más de 30 comunidades rurales del estado, mientras lidera una revolución silenciosa contra el desperdicio de plástico, hoy su compañía no solo es sinónimo de calidad y accesibilidad, sino también de un modelo de negocio que prioriza la sostenibilidad y la responsabilidad social.

Nacido en Hermosillo, Sonora, en 1979, Miguel creció en un entorno donde la escasez de agua era una realidad cotidiana, vivíamos con la incertidumbre de que el pozo pudiera secarse cualquier día, eso me marcó, recuerda. En el año 2000, tras ganar una beca para estudiar ingeniería ambiental en la Universidad de Utah, emigró a Estados Unidos con la determinación de encontrar soluciones a los problemas que había visto en su tierra natal.

Durante sus estudios, Miguel trabajó en proyectos de purificación de aguas subterráneas en el condado de Washington, donde se encuentra St. George, una ciudad con creciente demanda de agua debido a su expansión urbana y la sequía prolongada en el sudoeste estadounidense. Fue allí donde identificó una brecha, aunque Utah contaba con fuentes de agua subterránea de alta calidad, muchas familias carecían de acceso a sistemas de purificación asequibles, la gente confiaba en marcas nacionales.

En 2009, tras perder su trabajo debido a recortes presupuestarios, Miguel decidió apostar por su sueño. Con el apoyo de su esposa, una abogada ambientalista, y un préstamo de $50,000 fundó Blue Mountain Water en un pequeño galpón industrial en Ivins, un suburbio de St. George.

En 2010 el mercado del agua embotellada en Estados Unidos estaba dominado por corporaciones como Nestlé, Fiji Water y Crystal Geyser, que invertían millones en marketing y logística, como emprendedor independiente Miguel enfrentaba múltiples obstáculos, desde la falta de capital para maquinaria avanzada hasta la desconfianza de los consumidores hacia una marca desconocida.

Muchos pensaban que era imposible competir con las grandes, pero yo sabía que nuestra ventaja estaba en la transparencia de un producto local, para diferenciarse, Miguel decidió centrarse en dos pilares clave: agua de manantial local y envases 100% reciclables.

Utilizando una fuente subterránea cercana al Parque Nacional Zion, garantizó un producto de alta pureza, mientras desarrollaba botellas de polietileno tereftalato (PET) reciclado que podían devolverse a las plantas de tratamiento para ser reutilizadas.

Sin embargo, el mayor desafío llegó en 2012, cuando una sequía severa redujo el caudal de su manantial principal, tuve que detener la producción durante tres meses, muchos clientes se fueron, y estuve a punto de declarar quiebra, fue entonces cuando decidió diversificar sus fuentes, invirtiendo en tecnología de ósmosis inversa y captación de agua atmosférica.

Lo que distingue a Blue Mountain Water no es solo su compromiso con la sostenibilidad, sino el compromiso en proveer agua purificada de gran calidad y logística en distribución. En 2019, Miguel colaboró con investigadores de la Universidad de Utah para implementar un sistema de nanofiltración que elimina contaminantes microscópicos como metales pesados y microplásticos, un problema creciente en aguas subterráneas, además, sus plantas utilizan energía solar para alimentar las máquinas, reduciendo un 60% en costos energéticos.

Otra de sus apuestas revolucionarias fue el lanzamiento de BlueDrop, una aplicación móvil que permite a los clientes rastrear el origen de su agua, recibir alertas sobre la calidad del recurso y acceder a descuentos por devolver botellas, Queremos que la gente entienda que cada gota que consume tiene un impacto.

Pero tal vez su iniciativa más destacada sea el programa Agua para Todos, que ofrece dispensadores públicos gratuitos en áreas rurales y parques comunitarios. En colaboración con el gobierno local, estas estaciones permiten a las familias llenar sus recipientes con agua purificada a bajo costo, eliminando la dependencia de botellas de un solo uso.

Para Miguel, el éxito de Blue Mountain se mide también en el impacto en las comunidades, la empresa emplea a más de 40 personas, muchas de ellas inmigrantes latinos y veteranos con dificultades para reintegrarse al mercado laboral, también ofrece capacitación en técnicas de purificación a pequeños agricultores y escuelas rurales.

Con miras a 2025, Miguel tiene planes ambiciosos, en primer lugar, busca expandir Blue Mountain a otros estados del oeste como Nevada y Arizona, otro proyecto es el desarrollo de una línea de bebidas funcionales infusionadas con electrolitos y minerales, dirigida a deportistas y excursionistas en el sur de Utah.

Su sueño más grande es crear el Centro de Innovación Azul, un espacio dedicado a la investigación y educación sobre gestión hídrica, ubicado en St. George, el centro ofrecería talleres para estudiantes y empresarios e incubadoras para startups enfocadas en tecnologías de agua. Quiero que Utah sea un referente global en sostenibilidad hídrica.

En paralelo Miguel está trabajando en un proyecto de agricultura regenerativa en terrenos cercanos al río Virgin, donde utiliza agua residual tratada para regar cultivos de plantas medicinales y forraje, este ciclo cerrado de recursos busca demostrar que es posible producir alimentos sin agotar los acuíferos.

Miguel Fernández no solo ha construido una empresa exitosa, ha redefinido el concepto de responsabilidad empresarial en el siglo XXI, su capacidad para unir tecnología, sostenibilidad y servicio comunitario demuestra que los negocios pueden ser agentes de cambio positivo, Blue Mountain Water es un faro de esperanza, un recordatorio de que la innovación y la ética pueden coexistir, y aunque los desafíos del futuro sean muchos, una cosa es segura: mientras haya un río, un manantial o una idea audaz, habrá espacio para seguir construyendo un mundo más limpio y justo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *